En días pasados leí un artículo sobre una estructura de edificios construido sobre patines, sí cómo lo estas leyendo …sobre patines
Resulta que el nombre de esta estructura se llama Estación Halley, lo que me hizo recordar enseguida el famoso cometa Halley cuando se interpuso con la orbita de la tierra en el año 1986 y millones de personas en todo el mundo nos apostamos en los techos para saludar el viajero celeste que solamente de deja ver cada 75 años. En aquel entonces yo estaba de vacaciones con mis padres y pude subir al techo del hotel donde estábamos alojados al igual que otros muchos huéspedes, que se habían preparado para hacer lo mismo.
Sin embargo resulta que hoy en día en la Antártida hay un edificio construido sobre patines y está preparado para el frío y el viento más extremo, teniendo incluso la capacidad de moverse.
Como si esto fuera poco, el edificio tiene cine, gimnasio, bar, sala de juegos y las mejores vistas del mundo.
Esta es la historia de la base Halley VI

A pesar de que cuando pensamos en la arquitectura de la Antártida, solemos pensar en cabañas bastante chuscas y no muy confortables, ocupadas por tipos rudos.
Sin embargo, desde hace ya varias décadas, las bases antárticas son mucho más eficaces y mucho más confortables.
Para empezar, como el principal problema de esas construcciones es que la nieve y el hielo las va colonizando desde abajo, los últimos edificios que se están levantando allí se hacen siempre sobre pilotes. Evitando así el contacto directo con una superficie tan fría como el suelo antártico, lo cual viene muy bien al confort interior del edificio, reuniendo así eficacia constructiva con las máximas prestaciones de confort.
Como indica su nombre, la Halley VI es la sexta iteración de las bases de investigación del Halley British Antarctic Survey.
Los informes anteriores revelan que las cuatro primeras sucumbieron al hielo y la quinta, aunque ya se construyó sobre pilotes, también acabó resultando obsoleta.
Construida en 2012 y obra del arquitecto británico Hugh Broughton, el diseño de la Halley VI, pese a su aspecto marciano, es estrictamente funcional.
Para empezar, el sistema de trencito permite la construcción y ocupación modular del edificio, algo esencial en condiciones tan extremas.
Además, los pilotes no son fijos, sino que, mediante un sistema hidráulico, pueden elevarse para sortear la acumulación de nieve o bajar hasta casi el punto de contacto con el hielo. Ya que los pilotes tienen el diseño de los esquíes, por esta razón no llegan a tocar la superficie.
¿Y por qué la base Halley VI está montada sobre esquíes? ¿Por qué un edificio instalado en el lugar más remoto del globo y en las condiciones más extremas, literalmente no podría tener cimentación?
Pues como se revela en los estudios, las mediciones indican que la plataforma de hielo donde está colocado se desliza hacia el océano a un ritmo de unos 400 metros por años, por esta razón la estación requiere ser remolcada cada cierto tiempo hasta llevarla a su posición original.
Visto así, entendemos porque estas estructuras siempre permanecen colocadas en paralelo al viento dominante para que no vuelque y para ofrecer menos resistencia.
La parte más complicada, según el ingeniero jefe, Peter Ayres, fue llevar el edificio al lugar. Sus elementos fueron lo más estandarizados y prefabricados posible, algunos en Sudáfrica y otros en Hull, para minimizar la cantidad de trabajos de construcción en la Antártida. Fueron transportados en unidades que no pesaban más de nueve toneladas, para evitar romper el hielo marino a través del cual tendrían que ser arrastrados, ensamblados cerca de Halley V y luego arrastrados otros 10 kilómetros hasta su posición actual.
La creación de Halley VI fue en parte tecnología sofisticada y en parte un esfuerzo arduo que los mismos constructores de las pirámides lo habrían reconocido. Power confiesa cierto nerviosismo al declarar: «Nuestra mayor preocupación era que estos sistemas no habían sido probados a estas temperaturas. No sabíamos cómo funcionaría todo». Los fracasos podrían haber sido letales, pero «gracias a Dios, todo quedó brillante».
Pero la Halley VI no es sólo un prodigio de eficacia constructiva también es un lugar extraordinariamente confortable. Claro, si te vas a pasar 100 días de invierno sin ver el sol, al menos que estés a gusto.
En el interior de la base, aparte de las habitaciones, tienen un bar-cafetería, un gimnasio, una sala de juegos, dos bibliotecas, comedor, cocina y hasta una pequeña sala de cine y la escalera que te permite llegar a la plataforma más alta del lugar, el puente de mando, Desde allí no solo se controla todo lo que sucede en la Halley VI, sino que también hay una enorme ventana panorámica que nos permite ver, la aurora austral sobre el edificio más remoto del planeta.